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El “coche de los muertos”: una tradición viva en el Valle de Ricote y otras zonas de Murcia

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En un mundo cada vez más digital, aún hay tradiciones que resisten el paso del tiempo. Una de ellas sorprende a quienes visitan algunos pueblos del Valle de Ricote o del resto de la Región de Murcia: el paso del vehículo funerario que recorre las calles anunciando por megafonía el fallecimiento de un vecino. Lo que muchos llaman con respeto (y algo de cariño) el “coche de los muertos” sigue siendo una parte fundamental del tejido social en lugares como Archena, Ricote o Abarán.

Una tradición que viene de lejos

Comunicar la muerte como un acto colectivo

Antes de los móviles, de los grupos de WhatsApp y de las esquelas en redes sociales, las noticias importantes en los pueblos se difundían por la voz de una persona o mediante megafonía desde un vehículo.
El fallecimiento de un vecino no era una noticia privada: era un hecho que afectaba a toda la comunidad. Y por eso se anunciaba en voz alta, recorriendo las calles con respeto y solemnidad.

¿Cómo funciona?

El vehículo fúnebre, normalmente contratado por la familia o incluido en los servicios de la funeraria o la póliza, recorre las calles del pueblo anunciando:

  • El nombre del fallecido.
  • Su apodo o cómo se le conocía en la zona («Manuel el de Codos», por ejemplo).
  • Día, hora y lugar del sepelio o misa.
  • A veces, una oración o fórmula de despedida tradicional.

Este servicio sigue prestándose en muchos municipios, especialmente donde la comunidad es más unida y las raíces son profundas.

El valor social de una costumbre que perdura

Identidad, memoria y cercanía

Puede parecer extraño para los forasteros, pero este anuncio no es morboso ni frío. Muy al contrario: es una forma cálida de informar y, sobre todo, honrar la memoria de quien se ha ido.
Mencionar su apodo es más que una curiosidad: es reconocer su historia en el pueblo, su familia, su lugar en la memoria colectiva.

Una costumbre que une generaciones

Quienes crecieron escuchando el coche de los muertos lo asocian con el respeto, con el silencio en las calles cuando suena la megafonía, y con ese pequeño temblor que recorre el corazón cuando se pronuncia un nombre querido.
Y a la vez, sigue siendo útil: muchas personas mayores no usan redes sociales ni móviles. Este método tradicional sigue siendo el más directo y efectivo.

Anécdota en tiempos modernos: el coche que trajo alegría en Mula (2020)

Durante la pandemia de 2020, esta tradición tuvo una inesperada y entrañable transformación. En Mula, el Ayuntamiento contrató a Juan Boluda, la voz habitual del coche de los muertos, para hacer algo muy diferente: llevar alegría a los niños durante el confinamiento.

Su camión, decorado con colores, payasos y música, recorría las calles no para anunciar lutos, sino para felicitar cumpleaños, cantar, animar y hacer reír.
Un gesto precioso en los días más duros de encierro, que dejó huella en cientos de familias.
El mismo vehículo que anunciaba la pérdida, se convirtió en símbolo de esperanza, resiliencia y comunidad.

Conclusión: una tradición que nos habla de nosotros mismos

El «coche de los muertos» es mucho más que un vehículo con megafonía. Es un símbolo de identidad rural, de comunidad y de cómo los pueblos cuidan a los suyos incluso en el último adiós.

En el Valle de Ricote, esta costumbre sigue viva. Nos recuerda que la muerte también forma parte de la vida, y que despedir a alguien con voz y presencia es una forma de respetar su historia y acompañar a quienes se quedan.

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